Mi entrada de hoy estaba planificada perfectamente. No digo de 'hoy' como si fuese una obligación escribir todos los días, decidí que no iba a tomarme este pasatiempo como una obligación. Siempre abandono cuando lo que me da placer termina por convertirse en una acción obligada. Por eso dejé de ir a pintura, por eso abandoné francés, por eso cerré incontables blogs y flogs que me contenían.

¿Por qué contar y no simplemente escribir en un cuaderno? Quizás porque si nadie lee lo que escribo, si todo permanece en un absoluto secreto, eventualmente me cansaré de contarle a nadie. Necesito al expectador, al voyeurista. El exhibicionismo escrito se ha convertido en, tal vez, un vicio del que intenté escapar 1, 2, 3, tantas veces, y sin embargo siempre vuelvo a reincidir porque la idea de contar me tranquiliza, me ayuda a acomodar pensamientos, a poner un mínimo orden aunque sea por una milésima de segundo.
Me gusta pensar en que tengo algo para decir. Me gusta diagramar mis entradas, jugar con las palabras, escribir y que sea agradable para mí y para los que me leen. Me da placer experimentar con los colores y formatos de texto, considerar la posibilidad de agregar imágenes o canciones.

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A causa de mi incapacidad de dormir más que por unas horas volví a sentarme en la pc decidida a terminar de leer Abzurdah. Tantas repeticiones y capítulos que giraban una y mil veces sobre el mismo tema habían terminado por cansarme, pero pensé que por lo menos tenía que terminarlo. Para saber, para enterarme; yo también soy voyeur.
Retomo: Me senté entonces en la pc acariciándome las heridas de la otra noche como si de un reflejo condicionado se tratase. No sé por qué me gusta tanto tocarlas.. extrañamente me hacen acordar a estas tarjetitas con relieve a las que le pasás el dedo una y otra vez. Es una agradable sensación al tacto.

Sabía de antemano que Cielo Latini había caido en las garras de la auto mutilación. La primera vez que me encontré con un fragmento de su libro fue en un fotolog de una chica que apenas conozco llamada Priss. Chilena, amiga de Noel. O 'amiga'. Nunca entendí cuál era el concepto de amistad de Noel. Me acuerdo de haber leído el texto con mucho detenimiento y reparar que la persona por la cuál la señorita Latini sufría se llamaba Alejandro. Tiempo después me enteré que la versión que había salido publicada y que se vendía en las librerías presentaba una diferencia: el hombre en cuestión era nombrado como Alejo. Pero qué me importa eso ahora.

Estoy segura de que aquel día habíamos peleado con Alejandro y verlo en cualquier lugar me desesperaba. Las ansias se traducían en taquicardia y en una asfixiante sensación de no poder respirar. No echo culpas porque no lo creo necesario, porque tampoco busco culpables ni me interesa que alguien además de mí misma cargue con el peso de mis desvaríos ansiosos.
Quiero aclarar algo importante: no lo veo como culpable o responsable, simplemente como una parte más de esas situaciones, un ingrediente de la sopa de nervios que yo me tomaba religiosamente todos los días.

No recuerdo mis primeros pasos en el masoquismo, sucedió hace mucho tiempo atrás. Lo que sí, estoy segura de algo: todo empezó mucho antes de que Alejandro hiciera acto de presencia en mi vida -de hecho nunca utilicé este método en mis crisis post-peleas alejandrezcas-. Que no lo recuerde puede ser a causa de una evidente negación, pero es sólo una suposición.
La gente pregunta por qué, me pide que no lo haga más. Supongo que muchos creerán que me quiero suicidar, pero no es mi objetivo. No lo tengo en mente desde hace muchísimo tiempo y tengo esperanzas de no volver a desearlo.
Cielo escribe:
'Así como los desordenes alimenticios se usan para aliviar la pena interna, el acto de cortarse o quemarse tiene el mismo fin: ayudar al individuo a tratar con esa pena interna. La auto-mutilación es probablemente la menos entendida de las formas de autodestrucción y hay muchos mitos asociados con ella, lo cual hace que la gente se sienta avergonzada de pedir ayuda o de hablar sobre ello. Muchas de las personas que se cortan son perfeccionistas y no son capaces de manejar sentimientos intensos, tampoco saben describir sus emociones verbalmente, no les gustan su forma de ser o su cuerpo y pueden experimentar cambios en el humor muy repentinos. Pueden cortarse como una manera de expresar sus emociones y sentimientos, o como castigo.'

Pensé entonces en mi usual imposibilidad de escribir qué siento, qué pienso, por qué, cuándo, cómo. La sensación de haber sido más clara en un pasado respecto a lo que escribo no me abandona, y quizás ustedes digan 'a mí me gusta como escribís' y a mí, sinceramente, también, pero no me llena, o más bien no me vacía.
Complejos físicos tengo muchos y cada vez más. Qué esto no me gusta, que aquello está horrible. No paso airosa la prueba del espejo y eso me tortura, me deprime, hace que me odie por querer ser y nunca hacer nada para serlo. Eso demuestra que también tengo conflictos con mi forma de ser: no me gusto en muchísimos aspectos.

'Pueden cortarse como una manera de expresar sus emociones y sentimientos, o como castigo.' Me dio gracia leer esto porque recordé una conversación con Camila. 'Yo no sé cómo hacen las madres, pero todas tienen absolutamente el mismo discurso, las mismas reacciones, están todas conectadas!'. Parece que no son las únicas 'conectadas' después de todo.

Luego de pensar en todas estas cosas mientras me cambiaba para ir a mi primer día de trabajo (que no será otra cosa que arreglar horarios y aranceles) hice un stop. Me puse los auriculares del mp3 y me di cuenta de que esta vez no tenía canción que me amparase. Yo necesito canciones con las que me sienta identificada en diferentes etapas y/o momentos de mi vida (es que etapa me suena a largo, y momentos me resulta instantáneo, como mi humor, como un cappuccino La Virginia), sino me pierdo, me siento desprotejida.

Recordé esas noches-madrugadas-mañanas desvelada, esperando una señal de Alejandro, un mail, algo que me sacara de ese estado de nervios, de no saber para donde correr. Siempre corro, y no es para mí un orgullo. Pensé en correr cuando Ana me dijo de volver a vernos después de 2 años. Analicé la idea de correr sin rumbo durante el escrutiño de las elecciones del Centro de Estudiantes, y no porque estuviesemos perdiendo, sino todo lo contrario.
Mis desveles eran, a pesar de todo, placenteros. Leía el blog de majuhierba, me entretenía leyendo sus experiencias lésbicas y su elocuente manera de escribir. No todo era sexo, era un coctel que me embriagaba. Así pasé varias de mis noches: disfrutando de los relatos de una latinoamericana lesbiana, tomando cappuccino con ojeras, la mirada cansada y luciendo peinados despeinados de entrecasa.
También me acuerdo de las canciones de ese momento, especialmente de Don't go away de Oasis. En mi anterior blog había posteado la canción gracias a los servicios brindados por Radioblogclub y, para dejar en 'claro' por qué había elegido ESA canción, escribí las frases que en ese entonces eran para mí las más significativas, aunque estaba segura de que el mensaje lo ibamos a entender solo vos y yo. Quizás fue un mensaje para vos después de todo.
También escribí muchas de estas frases por las paredes de mi habitación, como recordatorio, o para intentar arrancarme las letras de la mente, del corazón. Aclaro que conocí Don't go away gracias a Majuhierba, por eso es que terminé por relacionarlo en este texto, aunque fue sin querer. Una cosa lleva a la otra.

Siendo ya las 10 de la mañana finalizo con tamaña catarsis, con tanto vómito del pasado que me persigue y se instala en el presente. Pienso que probablemente si me persigue es quizás porque toca a mi puerta y yo inocentemente lo dejo pasar. Ya sabiendo esto uno puede plantearse por qué mierda lo hace casi compulsivamente durante excesos de melancolía y evalúa entonces la posibilidad de comprarse una puerta pentágono, instalar 15 cerraduras y cerrarlas todas con llave. De cualquier manera no es tan simple como parece. Identificar el problema no es necesariamente poseer todas las herramientas para solucionarlo y, la verdad, no tengo la más mínima idea de cuáles herramientas sean estas. Acá podemos identificar otro bache en mi personalidad: Tengo la sensación de que con esta útlima frase que escribí prácticamente les estoy pidiendo a gritos que me digan cuáles son las herramientas, cómo se usan, dónde se consiguen. Busco respuestas donde no las hay, donde no tienen por qué estar.

Ahora sí, basta.
Me voy a mimar un poco comprando Pantene y una agenda nueva. Espero por primera vez en la vida poder llevar una agenda ordenada y principalmente no olvidar usarla. Tengo un problema con las agendas, ya se enterarán en otra ocasión.